viernes, 22 de junio de 2007

Sigo encontrando libros raros

Ahora han caído en mis manos 5 tomos de una colección titulada Historias de amor de la historia de Francia; unos libritos editados en 1968 que de forma amena cuentan la historia de las galias desde el punto de vista de sus lances amorosos.
Nada más empezar a leerlas me he escandalizado… son insoportablemente misóginas. Sin embargo, cuando he podido malsobreponerme al hecho de que todas las desgracias de Francia se deben a las mujeres y todos sus éxitos a los hombres, he disfrutado de muchas aventuras deliciosas y originales.
Me han parecido un buen filón para la inspiración (uy, un pareado).

viernes, 15 de junio de 2007

Una historia increíble…pero cierta

¿Conoces a Eleanor Burford? Apostaría a que no, pero estoy segura de que la conoces por alguno de sus múltiples seudónimos: Jean Plaidy, Victoria Holt, Philippa Carr, Elbur Ford, Kathleen Kellow o Ellalice Tate.

Bicheando en Internet he encontrado esta historia que copio y pego:


El caso es que en 1946, tan sólo un año antes de ver publicada su primera novela, Eleanor se encuentra en una encrucijada: tiene más o menos encarrilada su carrera literaria, en la vertiente histórico-romántica, pero le apetece escribir, a partes iguales, género policíaco y romántico. Para buscar inspiración viaja a Francia, que por aquel entonces es un hervidero cultural e intelectual.

Allí conoce a Vernon Sullivan, un escritor de novela negra, y surge el romance. Vernon enseña a Eleanor a urdir tramas policíacas, primero con un tono mortalmente serio, más tarde cayendo en el humor más desatado. Eleanor y Vernon escriben a cuatro manos hasta cinco novelas en menos de un año. Pero tienen un problema: están escritas en inglés, y ellos prefieren que aparezcan en francés, como agradecimiento al país que les ha recibido con los brazos abiertos.
Ni Eleanor ni Vernon dominan el idioma de Molière hasta el punto de traducir las novelas, de modo que recurren a un crítico de la revista Jazz Hot, Amadís Dudu, ingeniero reconvertido en traductor ocasional y autor de una novela relativamente aceptable (Vercoquin et le plancton), para realizar la versión francesa de sus novelas. Dudu realiza un trabajo excelente. Se trata de un muchacho alto y desgarbado, más bien introvertido, demasiado volcado en su joven esposa como para seguir el ritmo de escritura del tándem Sullivan-Bufford. Por ello la pareja decide lanzar un órdago al joven Dudu: le ofrecen la posibilidad de publicar The Foam of the Days con su nombre, pues Eleanor ya está desencantada con tantos rechazos, se desentiende por completo de la literatura romántica y decide seguir el camino del policíaco. Sin embargo, a instancias de Vernon, Eleanor decide que Amadís Dudu es un nombre demasiado ridículo para permitirse la publicación de una novela seria (y que, además, aparece como protagonista en el borrador de una obra iniciada por Eleanor, Autumn in Pekin) y urge buscarle un seudónimo.
Así nace Boris Vian.


Tomado de un artículo de Juan Manuel Santiago

martes, 12 de junio de 2007

Alma

domingo, 10 de junio de 2007

Ambiciosa

Una amiga de este blog me ha hecho un descubrimiento fantástico… ¡Existe una versión en cine de una de mis novelas favoritas, “Por siempre Ámbar”!
Se trata de una peli norteamericana de 1947 interpretada por Linda Darnell y Cornel Wilde bajo la dirección de nada más y nada menos que Otto Preminger. Su versión española tomó el nombre de “Ambiciosa”.
Esto me ha hecho pensar en dos cosas:
1. En lo que me gusta el cine.
2. En lo mal que comprendió esta novela el traductor del título.

domingo, 3 de junio de 2007

Generaciones

Llegué tarde a la novela romántica.
Mi familia, un matriarcado donde las mujeres se han evadido durante (al menos) tres generaciones a través de la lectura de novelas románticas, me permitió crecer encontrándome en las esquinas del sofá, sobre la mesa de la cocina y entre los almohadones de la cama, montoncitos de novelas tipo Jazmín que entre tarea y tarea, quitar mocos a un niño, ir a hacer la plaza y tenerlo todo perfecto para cuando llegara el hombre, leían furtivamente al principio y con el mayor orgullo un poco después.
Claro. Yo llegué a la adolescencia, esa época extraña donde nos volvemos contra todo, y una de mis víctimas fueron las novelas románticas.
Después, cuando me convertí en una chica fina, eso de leer novelas de amor estaba mal visto y por supuesto renegué del género con una vergüenza oculta hacia la afición de mi madre, mis tías y mi abuela.
Un día que no recuerdo (creo que durante la convalecencia de una gripe terrible). Se me ocurrió leer una de esas novelas que proliferaban por mi casa como hongos en un humedal y… me maravillé.
Se trataba de Por siempre Ambar, de Kathleen Winsor.
Y hasta hoy.