viernes, 30 de marzo de 2007

¿A dónde?

Muchas partes del guión de una novela no tienen una razón de ser tan predefinida para mí como, por ejemplo, el comienzo de la obra.
Me explico; ya sabemos que Babette va a viajar, pero… ¿A dónde? ¿A dónde la llevamos?
Hubo varias opciones planteadas según el atractivo de lo que estaba sucediendo entre 1813 y 1814 en esos lugares: Turquía, Egipto, Noruega, Argentina, México…
Pero en ese momento yo estaba leyendo a Lisa Kleypas y me acababa de enamorar perdidamente de Phillipe Vallerand, por lo tanto Babette no podía ir a otro lugar que no fuera Estados Unidos
Así funciona muchas veces mi cabeza.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Marie Claire del mes de abril

La revista Marie Claire del mes de abril dedica toda una página a la novela romántica en un reportaje titulado Loves is in the air, firmado por Gabi Martínez. En el último párrafo dice así:

Los editores confían en la aparición de una nueva Corín Tellado -ya suenan nombres como Bel Frances o la cordobesa Jezz Burning-, pero se ve aún muy lejos de colocar a tres autoras españolas en las listas de best-seller, como ocurre en EE.UU.

Y yo me siento muy dichosa de aparecer entre dos mujeres que admiro; una, un clásico, y la otra, una gran promesa, y yo en medio, arropada, y muy, muy a gusto.

martes, 27 de marzo de 2007

Babette

Babette (la condesa de Mirecourt en NO TE FÍES DE UN BANDIDO) no es un nombre original; lo he raptado de uno de mis cuentos favoritos de Isak Dinesen (Karen Blixen); El Festín de Babette, del que Gabriel Axel hizo una película maravillosa en 1987.
Aún así solo hay un punto en común entre estos dos personajes con el mismo nombre; su pasado.
Las dos arrastran un pasado oscuro, oculto, silencioso, de esos que empiezan a dar gritos cuando más silencio necesitamos.

sábado, 24 de marzo de 2007

Jacques Bonnier


Lo reconozco; disfruto un poco más creando los personajes masculinos que los femeninos. Debe haber una razón froidiana para esto, un vuelco de deseos, frustraciones, experiencias cognitivas y algun que otro motivo oculto.
Con Jacques Bonnier, el protagonista de NO TE FÍES DE UN BANDIDO pasó así; debía ser un tipo de crápula muy especial, una mezcla entre tipo duro, canalla, rufián y, por supuesto, bandido pero que, cuando se enamorara… uf, lo que no haría cuando se enamorara.

viernes, 23 de marzo de 2007

¿Por qué una tormenta?

¿Cómo empezar una novela? Esta es para mí una de las preguntas que más me importa a la hora de comenzar un proyecto literario. La abordo desde el principio, antes incluso de enfrascarme durante meses en el largo (y precioso) proceso de documentación.
Por un lado –pienso- el principio es el que marca el carácter de la obra; por otro, es una tarjeta de presentación ante el lector.
Eso significa -¿os pasa a vosotras?- que cuando se me ocurre la trama de una novela, antes de saber incluso qué pasará, cómo concluirá, sé ya cómo comienza.
NO TE FÍES DE UN BANDIDO empieza con una tormenta. Una tormenta tan virulenta que parece querer anegar el mundo. Y esto no es gratuito; cuando pasó por primera vez esta obra por mi cabeza, pensé en una mujer cuyo corazón estuviera tan convulsionado como una pequeña embarcación en medio de una tempestad.

domingo, 18 de marzo de 2007

No te fíes de un bandido

No te fíes de un Bandido es una historia sobre los convencimientos arraigados. Sobre todo aquello que estamos seguras de saber, de creer, y que solo el tiempo, la distancia, la posibilidad de probarlo y experimentarlo puede llegar a confirmarnos en la certeza o el error.


Sí. Un post un tanto oscuro. Pero es domingo por la noche.

viernes, 16 de marzo de 2007

La moda en los alrededores de la Revolución Francesa


Con la Revolución Francesa el mundo del mueble, de la moda, sufren un cambio radical, tan acusado como el cambio social; desaparecen las taraceas, las líneas se vuelven duras y el estilo neoclásico hace su aparición. Los motivos clásicos y egipcios adornan el mobiliario y las paredes se cubren de telas drapeadas que imitan los cortinajes de las tiendas de campaña romanas.

En cuanto al vestido, los ajustados corsés desaparecen, volviendo un poco después bajo los ligeros trajes de muselina. Los escotes se redondean, el talle sube hasta debajo del pecho y las faltas caen sin forma y arrastran una pequeña y elegante cola. La riquísima seda desaparece y toma su lugar el algodón y la muselina. Se alargan los chales y sobre todo vuelven los de cachemira. Por último, los bolsos se tornan pequeños y graciosos.
Son las mujeres “merveilleux”.

jueves, 15 de marzo de 2007

Los personajes secundarios de Alma


Se me ocurrió escribir algunas escenas sobre los personajes secundarios de Alma. Aquí va uno de ellos:

Una bandada de patos salvajes cruzó el cielo camino del sur. Era la señal inequívoca de que el tiempo empezaba a cambiar y la metáfora perfecta para explicar que las cosas ya nunca serían iguales.
La mujer aceleró el paso y llegó al fin a la rue Royale.
De todas las direcciones llegaban más y más personas deseosas de no perderse el espectáculo. Era día festivo y mañana quizá los ojos se negarían a abrirse.
Miró en ambas direcciones y se ajustó el gorro blanco de algodón sobre la frente. No era posible que la reconocieran, pero había que tomar precauciones.
Al final de la calle tuvo que detenerse un momento. Un escalofrío de terror le debilitó las piernas ante la presencia de la enorme plaza.
La multitud se agolpaba, unos con otros, sin espacio.Hoy era un día grande y nadie quería perdérselo.
Ella era quizás la única que guardaba en su corazón un mensaje muy distinto a los demás. Desde donde se encontraba no podía ver bien. Pidió disculpas e intentó avanzar por entre la masa compacta de espectadores, pero resultaba imposible.
Entonces oyó el murmullo.
Provenía de atrás. El ruido de mil voces furiosas descargando el veneno del odio.
Cuando al fin pudo girarse apenas esquivó el empujón de un guardia nervioso que apartaba a la multitud para dejar paso.
Un segundo, un remolino de público gritando y se encontraba detrás del carro, empujada hacia delante, hacia el centro de la plaza.Intentó luchar, zafarse, pero fue imposible. Lo que había venido a hacer no necesitaba tan buena perspectiva.
Dejándose arrastrar, levantó al fin la vista.
Sobre el carro que marchaba lentamente delante de ella iban tres personas; el cochero, que arreaba con calma los caballos, un alguacil nervudo que sostenía una soga entre las manos y una mujer de espaldas, vestida de blanco y que permanecía sentada en el travesaño que antaño servía para soportar el heno.
La multitud furiosa la insultaba, con palabras gestadas por mil días de hambre y frío.
Sin darse cuenta llegaron al centro de la plaza. Allí terminaba el viaje.
La casualidad había querido que tomara el mejor puesto, en primera fila del espectáculo, a pocos metros del cadalso.
Las imágenes a su alrededor se sucedían como en un sueño, lentas, dilatadas y brumosas.
Ella había venido a orar y ahora se daba cuenta que sus palabras no encontraban el camino del cielo, paralizada como estaba ante el horror.
La mujer del carro había subido a una plataforma de madera que se encontraba a poco más de un metro del suelo. Llevaba las manos atadas a la espalda y dos hombres más la esperaban allí.
Entonces pudo ver su rostro por primera vez.
El cabello lo llevaba recogido bajo un gorro similar al que ella tenía puesto, del que se le escapaba algún rizo que se había resistido a las manos del carcelero, y un sencillo vestido de algodón blanco cubría su cuerpo.
El azul profundo de sus ojos no mostraba miedo, más bien desencanto. El epílogo de su vida no debía de haber sido éste, sino una cama cálida rodeada de los suyos.
Con un gesto piadoso el verdugo la colocó de pie frente a una plataforma vertical de madera y la sujetó a ella con correas.
Con un movimiento experto la plataforma giró sobre un eje central y tornó a su primitiva posición horizontal, dejando a la mujer tumbada boca abajo.
La multitud, que hasta ese momento había estado bramando de odio, enmudeció de pronto. Eran instantes demasiado importantes como para descuidarlos.
Tuvo que ser rápido, pero a la mujer solitaria de la multitud le pareció una eternidad.
El verdugo accionó el mecanismo y la hoja afilada descendió entre dos raíles perfectamente engrasados.
El sonido se oyó de uno a otro extremo de la recién nombrada Plaza de la Concordia y la cabeza de la cautiva terminó en una cesta a los pies de la guillotina.
María Antonieta de Habsburgo, Reina de Francia, acababa de ser ajusticiada.
Como a la orden de una señal, la multitud empezó a bramar furiosa. Habían sido muchos años de carencias, de necesidades, y la sangre de los reyes era el mejor elixir para un pueblo cansado de penurias.
La mujer era la única que no parecía reaccionar.
-¿Qué? ¿No te alegras de la muerte de la perra austriaca? –le espetó un hombre a su lado.
Entonces comprendió que debía salir de allí, que su vida corría peligro entre esa multitud furiosa.
Arrastrada por la marea humana llegó hasta el puente y con paso rápido alcanzó el Palacio Borbón.
Allí pudo respirar un poco de aire fresco y poner sus ideas claras.
-¿Madame?- oyó a sus espaldas.
Un escalofrío de terror la paralizó. Si era reconocida no tardaría en seguir el mismo camino que la reina.
Miró en aquella dirección y pudo ver a un hombre joven y desconocido dirigiéndose hacia ella.
Cuando llegó a su altura la tomó del brazo y avanzó a paso rápido, camino de Saint Germain.
Una vez que la multitud se disipó a su alrededor, quedaron solos en medio de las desiertas calles de París.
- Es peligroso que andéis por París en estos días, madame.
- ¿Me conocéis?
El hombre le dirigió una sonrisa apenas esbozada.
-Os recuerdo. Erais amiga de mi madre.
-¿Cómo os llamáis? –preguntó curiosa por primera vez.
-Soy el teniente Beaujeu- contestó el joven – y vos, sin duda, sois madame Pauline.

domingo, 11 de marzo de 2007

sábado, 10 de marzo de 2007

Llegar a América en el siglo XVI

Había dos flotas anuales de salida. La primera con rumbo a Nueva España, Honduras y las islas mayores antillanas zarparía entre finales de abril y mayo. La segunda, con destino a Nombre de Dios, en Panamá, Cartagena, Santa Marta y otras poblaciones del norte de América del Sur, partiría en agosto. Ambas flotas debían invernar en las Indias. La de Veracruz y las Antillas regresaría en febrero, y la de Panamá en enero, para reunirse ambas en la Habana, de donde debían volver juntas antes de final de marzo.
Las escalas eran así:

Sevilla - Canarias................................... Unos 6 días
Canarias - Santo Domingo..................... Más de 30 días
Santo Domingo - Veracruz.................... No menos de 24 días
la vuelta era, habitualmente, por Las Azores.

¿Que a qué viene esto? Estoy hecha una polizón, en plena investigación para una próxima novela.

jueves, 8 de marzo de 2007

Anatomía de Grey...

martes, 6 de marzo de 2007

Una anécdota curiosa

Cuando se editó Alma me pidieron desde la editorial que buscara una imagen para la portada; algún personaje, cualquiera, que yo pudiera identificar con la protagonista.
Me fue casi imposible; la muchacha asustada que había en mi cabeza no se parecía a ninguna que encontraba en Internet o en la biblioteca histórica de mi ciudad.
Un día cayó en mis manos esta imagen; era el retratro de una zarina rusa y, aunque levemente, se podía parecer a Alma en su época de mayor esplendor, y así se lo hice saber al editor.
¡Estaba decidido; ya teníamos portada!
Una semana después se pusieron en contacto conmigo para decirme que los derechos de reproducción de la obra los tenía el museo Pushkin de Moscú y, que al ponerse en contacto con ellos para su cesión fueron sometidos a un laaaaaaaaaargo y suspicaz interrogatorio, ya que la obra había sido robada y permanecía en paradero desconocido desde hacía 20 años. "¿Habíamos sido nosotros?" Se preguntaban en Rusia.
Así que, para no entrar en camisa de once varas, hubo que buscar esta otra imagen para la cubierta.

Recuerdos de la época de Alma

Todo comenzó cuando los propietarios del Restaurante El Atrio (Cáceres), decidieron pujar en la prestigiosa casa de subastas Christie’s de Londres por una botella de Sauternes de 1806.Se la llevaron por 20.000 €, que no es una cifra despreciable, y nada más volver a casa, una fatalidad provocó que la botella se rompiera y solo se salvara su precioso contenido gracias al film transparente que la envolvía.La tragedia estaba servida; el contacto del vino con el aire podía deteriorarlo.Una llamada urgente a madame Garbey, la enóloga de la prestigiosa bodega de donde salió la botella hace ahora 201 años, les embarcó en un viaje a Francia donde un grupo de expertos intentaría recuperar el caldo sin que sufriera deterioro. Con sumo cuidado consiguieron escanciarlo en una nueva botella de la época y rellenarla –pues era un poco mayor- con perlas de cristal. El tapón seguiría siendo en original y garante de la salud del caldo. Ahora se puede comprar este vino de 1806 en el restaurante El Atrio, en Cáceres, muy parecido al que Alma y sus amigos degustaban en sus fiestas, por el módico precio de... ¡¡¡110.000€!!!

lunes, 5 de marzo de 2007

Alma


En 2004 apareció mi primera novela titulada ALMA.
Era el primer intento por materializar en forma de relato las muchas tramas que se articulaban en mi cabeza.
Tuve algo claro desde el principio; mis personajes femeninos no iban a ser damisela virginales y delicadas que se dejaban arrastrar; serían mujeres decididas, que aprendían de su experiencia, que erraban, amaban, odiaban... vivían.
El telón de fondo para Alma fue la Revolución Francesa, porque en pocos momentos de la historia fue todo tan posible; hoy se podía ser Reina y mañana viuda de Capeto.
ISBN: 84-933683-0-X
PVP: 16,00 €
326 páginas
Aquí va el primer fragmento del primer capítulo:

-¡Margot, Margot, despierta! Se acerca un carruaje por el camino de París.
-¡Oh, Alma, déjame dormir!-se quejó su prima. Usó la sábana para taparse la cabeza y se acurrucó en el rincón más alejado de la cama para que no volviera a molestarla.
La buhardilla tenía dos ventanucos desvencijados que colaban el viento frío en invierno y dejaban paso a los mosquitos en verano. Uno se abría hacía el puerto y el mar, y el otro enfilaba el camino de París.
Alma estaba excitada. Todas las noches, antes de meterse agotada en el jergón frío de heno prensado que hacía de cama, se asomaba por el ventanuco estrecho y descuadrado, envuelta en un viejo chal, y soñaba despierta con París.Este camino, para ella, acostumbrada a zurcir redes, salar pescados y bracear sedales, era el inicio mágico de una senda por donde llegaba y desaparecía todo lo bueno, todo lo hermoso.
Por allí venían los apuestos caballeros de la ciudad, que se detenían un momento en la fonda antes de continuar hacia Calais; Alma los veía llegar montados en sus nervudos caballos y con ropas tan elegantes que al rato se ruborizaba al darse cuenta de la forma en que los miraba.
Por el mismo camino partían las mejores lubinas que salían del mar, y las ostras, y los fabulosos crustáceos; cuando era pequeña imaginaba que eran devorados por personajes tan fantásticos como ellos.
Pero sobre todo, por el camino de París, había desaparecido la hermosa dama de sus sueños.
Ella tomó también ese camino para no volver nunca más.
El sueño se repetía una y otra vez.
La carroza estaba allí cuando comenzaba; era enorme y negra y los caballos piafaban asustados por el inmenso aparato eléctrico de una tormenta que en breve se precipitaría sobre ellos.
-Esto eres tú -le decía la dama vestida de tinieblas colocándole la delicada cadena-. No lo olvides jamás.



Con autorización de La Máquina China editorial