martes, 6 de marzo de 2007

Una anécdota curiosa

Cuando se editó Alma me pidieron desde la editorial que buscara una imagen para la portada; algún personaje, cualquiera, que yo pudiera identificar con la protagonista.
Me fue casi imposible; la muchacha asustada que había en mi cabeza no se parecía a ninguna que encontraba en Internet o en la biblioteca histórica de mi ciudad.
Un día cayó en mis manos esta imagen; era el retratro de una zarina rusa y, aunque levemente, se podía parecer a Alma en su época de mayor esplendor, y así se lo hice saber al editor.
¡Estaba decidido; ya teníamos portada!
Una semana después se pusieron en contacto conmigo para decirme que los derechos de reproducción de la obra los tenía el museo Pushkin de Moscú y, que al ponerse en contacto con ellos para su cesión fueron sometidos a un laaaaaaaaaargo y suspicaz interrogatorio, ya que la obra había sido robada y permanecía en paradero desconocido desde hacía 20 años. "¿Habíamos sido nosotros?" Se preguntaban en Rusia.
Así que, para no entrar en camisa de once varas, hubo que buscar esta otra imagen para la cubierta.

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