lunes, 3 de marzo de 2008

Títulos

De entrada soy nefasta, lo reconozco.
Nunca se me ha dado bien poner títulos cuando comienzo a escribir. Tengo la cabeza en otras cosas.
De hecho, antes de que la novela esté terminada suele llamarse de varias formas, a cual más rebuscada, hasta que un día me levanto con la impresión de que al fin lo he encontrado…. y cuando la veo impresa… ¿No hubiera quedado mejor si se llamara…?
¿Os pongo algunos ejemplo? Allá van:
1. ALMA, antes de llamarse así tuvo por título: LA CASA DE LOS PEDERNALES; EL CAMINO DE PARÍS; SALVE, EMPERADOR DE LOS FRANCESES. Claro, que el personaje principal se llamaba Claire antes de decidir que Alma le sentaba mucho mejor, ya que era una mujer con el alma desgarrada.
2. NO TE FÍES DE UN BANDIDO, se llamó con anterioridad BARBARA, que era el nombre del personaje principal (¿un intento de repetir el hallazgo del título anterior? Seguro, conociéndome…). Pero es que Bárbara en francés se escribe Barbara, sin tilde, e incluso a mí me resultaba extraño verlo así escrito (psicosis de escritora), así que decidí llamarla por su diminutivo Babette. ¿una novela llamada BABETTE? Al final, como de lo que se trataba era de que la prota no debía fiarse del prota… pues…
Al final reconozco que me gustan mucho los dos.
Otro día os hablo sobre cómo y dónde encuentro los nombres de los personajes.
¿Precioso lunes?

2 comentarios:

Andrea Milano dijo...

Coincido perfectamente contigo, elegir EL título puede llegar a ser más que un dilema. LO que yo hago es uan especie de brainstorming con todo lo que me sugiere la historia, desde nombres hasta situaciones y puedo tardar días en encontrar el más apropiado. Pero Pasado Imperfecto no me costó tanto y me gustó de inmediato.
Aquí, en Argentina el lunes amaneció lluvioso, hace más de una semana que llueve a diario y todavía no empezamos el otoño!
Bueno, un beso guapa.
Andrea

Bel Frances dijo...

Buena técnica lo del brainstorming. Me la quedo!
Sobre el tiempo... nuca me acuerdo que estáis entrando en invierno, pero el invierno también es dulce y melancólico.